lunes, 25 de julio de 2022

Productividad 3. Cómo dejar de postergar lo importante


Ser productivo es algo que la mayoría de las personas queremos.

Postergar o procrastinar, es algo que nos pasa a todos, en algún nivel de intensidad.

Sí postergar nos aleja de cumplir nuestros propósitos y metas, ¿por qué postergamos?


En anteriores publicaciones, hemos conversado sobre la conexión que existe entre ser productivo, nuestros intereses y objetivos, competencias, emociones y energía.

Si una tarea no es de tu interés o sientes que no aporta, no te sentirás motivad@ a realizarla. Por ejemplo, realizar un informe que sabes que nadie lee, pero que debe hacerse por ser parte de la normativa de la organización.

También, solemos postergar las tareas en las que no somos competentes, por el esfuerzo que nos exige, los errores que solemos cometer y el retrabajo que implica, a mi me pasa cuando tengo que hacer un informe en inglés.

Quiero destacar, que me refiero a tareas importantes que nos perjudican al postergarlas. No en todas las actividades tenemos que ser productivos, incluso, si son importantes. El libro que estoy escribiendo, es algo importante para mí, pero en este momento, no es prioritario, cuando lo sea, buscaré ser productiva con esa meta, por ejemplo, creando un hábito de escritura.

Las emociones juegan un papel crucial en la productividad. Si estás aburrid@, te encontrarás divagando en Internet o en las series, si te desagrada, tratarás de dilatarlo (en mi caso, ir al dentista), si te genera temor o incertidumbre, también le darás largas por no querer enfrentar dicha situación. Y si te sientes, cansad@ o triste, sin mucha energía, bien sea por un problema de salud, familiar o laboral, serás muy vulnerable a las distracciones.

Las distracciones pueden ser internas o externas. Las externas, como las llamadas, reuniones, correos, visitas, etc., requieren de comunicación y acuerdos, por ejemplo, apagando el móvil, evitando reuniones innecesarias, delegando, acordando horarios para nosotros y en relación con los demás, entre otros.

Las distracciones internas, requieren de otro tipo de estrategias que mitiguen el ruido mental, la ansiedad, el estrés negativo, etc.

Como podrás observar, postergamos aquello que nos disgusta y que no es urgente, aunque si no se aborda de forma oportuna, generará situaciones más difíciles de afrontar. Por ejemplo, postergar esa conversación con tu pareja, necesaria para establecer acuerdos que permitan una buena convivencia; sí lo postergas, la conversación podría convertirse en una álgida discusión.

En agilidad, promovemos la reflexión y la experimentación, como camino a la mejora continua, por lo que te invito a realizar el siguiente ejercicio.

Por una semana, registra lo que haces día a día, desde que te despiertas hasta que te vas a dormir. Divide el día en actividades de mañana, mediodía, tarde y noche, y si quieres ser más específico aún, en horarios de 1 o 2 horas. En esos días, mantente atento y toma nota en tu registro, de la forma más específica y detallada posible de lo que haces en cada momento. Por ejemplo, tomando un café, revisando el correo, chequeando las redes, haciendo llamadas, en reuniones, viendo videos, series, jugando, etc.

Diseña tu semana ideal. Qué harías si tuvieses los medios, recursos, conexión y energía para ser productivo, en aquello importante en este momento.

Compara tu semana real con tu semana ideal. ¿Qué tanto se alejan la una de la otra?

Reflexiona sobre que pequeños cambios podrían mejorar tu desempeño. Y como el tiempo, es el que es, parte de la solución es reducir las “pérdidas de tiempo” y dar o ampliar el tiempo de las actividades productivas.

Entra en un ciclo ágil de mejora continua, a lo Deming: Planifica, Experimenta, Verifica y Mejora.

“La procrastinación hace difíciles las cosas fáciles, y hace todavía más difíciles las cosas difíciles”. Mason Cooley

Gracias por leerme y compartir.

@Soy,Agile.Coach

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